El personal sanitario y sociosanitario está respondiendo con profesionalidad, humanidad y entereza a las nuevas necesidades sanitarias generadas con la COVID‐19 desde el inicio de la pandemia; y lo está haciendo con los niveles de evidencia científica existentes en cada momento. Junto a ello, y desde todas las instancias, se está dando respuesta a las necesidades de apoyo emocional de los pacientes y familiares de pacientes COVID‐19 y no COVID‐19. Todo ello en unas circunstancias extraordinarias surgidas por la necesidad del distanciamiento social que la pandemia ha generado.
Por todo ello los profesionales se ven ante una serie de retos muy especiales hasta ahora nunca vividos y a los que tienen, además, que dar respuesta en un tiempo récord. A su vez tienen que formarse, estar al día de los avances en el tratamiento de esta enfermedad y dar una respuesta asistencial de calidad. Esto significa un incremento de la carga de trabajo, que conlleva un incremento de su estrés emocional. Tanto personal, por la propia adaptación a la nueva patología, como con respecto al resto de la sociedad en cuanto al riesgo de ser ellos mismos trasmisores de la enfermedad. Junto a todo esto es también muy importante, como factor estresante y con fuerte impacto emocional, la impotencia de enfrentarse a una enfermedad cuyo tratamiento específico todavía se desconoce y que ocasiona un importante aumento de la mortalidad en pacientes que habitualmente sobrevivirían. La pérdida de vidas continua supone un desgaste psíquico que hace más dura y costosa la propia asistencia a los enfermos.
Ante esta enfermedad el profesional está dando respuesta con una entrega encomiable, pero ha de asumir situaciones de gran carga, tanto emocional como ética: ayudar a pacientes a despedirse de sus familiares en el final de la vida cuando no es posible estar físicamente junto a ellos, muertes más frecuentes en las unidades de cuidados intensivos, fallecimientos en residencias de mayores, etc.
Los estudios realizados a los profesionales sobre su salud mental tras la primera ola de la pandemia ya muestran un incremento de la prevalencia de dolencias de salud mental. Actualmente nos encontramos ya en la tercera ola, que está siendo de gran dimensión y mayor severidad que las anteriores, lo que nos hace pensar que la presión y sobrecarga laboral de los profesionales será aún mayor y, por tanto, también su afectación psíquica y emocional.
Esto se ve agravado por diversos factores, tanto en el caso de los profesionales de atención primaria como en el resto de los profesionales que están directamente implicados en la asistencia a los pacientes. Los determinantes psicosociales de la salud alcanzan una relevancia especial en situaciones de pandemia ya que, a los problemas estructurales existentes, se añaden los miedos anticipados de la población a la exclusión social por problemas laborales y económicos, la soledad y la percepción de su situación de vulnerabilidad. Todo ello aumenta la presión en una asistencia sanitaria ya muy saturada que no puede dar respuesta a todos los problemas multicausales. “Frustración sostenida” que empieza a provocar afectación en la salud emocional de los profesionales y que pone de manifiesto, que una intervención precoz y eficaz de los Servicios Sociales, también puede contribuir a aliviarla.
Por otro lado, este aumento de la incidencia de la presión asistencial por el aumento de la COVID‐19, también va a generar posiblemente un aumento de las listas de espera para el abordaje de otras patologías no COVID‐19, lo que implica un sufrimiento y dolor sobreañadido en pacientes, familiares y profesionales por la sobrecarga asistencial del sistema sanitario.
El CAREA quiere mostrar su preocupación ante la situación actual que se está viviendo en el abordaje de los pacientes COVID‐19 y no COVID‐19, ante la sobrecarga emocional de los profesionales y ante la incidencia que ello puede tener, eventualmente, en la propia asistencia sanitaria. Somos conscientes del esfuerzo que el Servicio Murciano de Salud está realizando para aminorar todos estos efectos, si bien deseamos poner de manifiesto la importancia que todos estos eventos tienen en el profesional sanitario y sociosanitario y sobre su tarea asistencial.
Por todo ello, el CAREA entiende que es prioritario:
- Iniciar acciones más proactivas encaminadas a la protección mental y emocional de los profesionales mediante actuaciones en los diferentes servicios donde exista más carga asistencial o se detecten afectaciones mentales mayores. Se trata de dar una respuesta específica a sus necesidades creando un plan estratégico de salud mental y emocional de los profesionales. Este plan debería llevar a que se pudiera crear a largo plazo una formación específica de “cómo cuidar al cuidador” (al profesional sanitario y sociosanitario) y sobre la gestión emocional para todos los profesionales.
- Paliar el incremento de las listas de espera, para lo cual sería importante tener en cuenta todos los recursos a nivel global del SMS y valorar la posibilidad de aumentar los horarios para la realización de pruebas y consultas, dado que hay que intentar que la asistencia sanitaria sea equitativa, tanto para el paciente COVID‐19 como para el no COVID‐19. También sería conveniente afrontar la necesidad de inversión en personal y medios, para garantizar que el tratamiento específico de esta nueva enfermedad no mediatice la asistencia general habitual.
- Condicionar la derivación de pacientes a otros centros a que éstos dispongan de los recursos materiales y humanos suficientes que garanticen la adecuada atención de las patologías de los pacientes derivados y puedan ser atendidos de igual forma en que se haría en el centro emisor.
- Concienciar a la población de que la contención de la propagación de la COVID‐19 es un ejercicio, no solo de solidaridad social, sino también un ejercicio de sentido común. Conocemos perfectamente hoy en día que existe una proporción constante entre el número de personas afectadas, ingresos hospitalarios, ingresos en UCI y mortalidad. Este hecho supone, no sólo poder calcular el grado de saturación del sistema y aportar los medios técnicos y de personal necesarios, sino también reconocer los límites de estas medidas. En concreto, como en toda tarea profesional, lo principal son las personas y éstas también son limitadas. Lo son porque no todas son competentes para el trabajo a realizar y también porque las personas tienen un techo en su capacidad física y psíquica para realizarlo. Es prioritario, por tanto, cuidar a nuestro personal sanitario y sociosanitario, pues sin ellos todo se viene abajo. En conclusión, es deber de todos poner los medios a nuestro alcance para que estos profesionales mantengan su salud física y psíquica, para que puedan seguir sirviéndonos con la excelencia con la que lo han hecho hasta ahora.
- Apoyar a los profesionales sanitarios y sociosanitarios, tanto autoridades sanitarias como ciudadanía, sobre la base del principio de reciprocidad, ya que son ellos quienes asumen una carga asistencial sobreañadida y quienes exponen su propia salud, e incluso la vida, para contribuir a la respuesta ante la pandemia. Todo ello en aras de la protección de la salud de los demás. Esto supone darles acceso prioritario a los recursos existentes, tanto materiales como de apoyo psicológico: protegiendo a los profesionales sanitarios nos protegemos todos, tal y como afirma el Comité de Bioética de España en su Informe de 25 de marzo de 2020 sobre los “aspectos bioéticos de la priorización de recursos sanitarios en el contexto de la crisis del coronavirus”.
- Prestar especial atención al profesional sanitario y sociosanitario como lado humano de la asistencia sanitaria. La búsqueda de la eficiencia no puede llevarnos a
descuidar a quien es su motor principal. Tanto el calor humano del profesional como su eficiencia han estado presentes desde el principio de la pandemia y deben continuar estando de forma permanente siempre, especialmente ahora que afrontamos desafortunadamente una nueva escalada. Finalmente, el CAREA quiere subrayar que, esta pandemia, que se prolonga durante muchos meses poniendo a prueba la resiliencia de toda la sociedad, ha revelado que los profesionales y la organización sanitaria y sociosanitaria nunca está impotente ante el sufrimiento de sus conciudadanos. Incluso cuando la ciencia, la medicina, los medios no dan de sí para evitar un resultado trágico para tantos, siempre cabe renovar su compromiso con el reconocimiento del sufrimiento, que mueve a procurar aliviarlo, un día tras otro. Cuidémonos todos y cuidemos a los profesionales sanitarios y sociosanitarios que nos atienden cuando estamos en situación de vulnerabilidad.