El Siglo XXI ha nacido bajo el signo de una nueva y gran revolución fruto de las investigaciones científicas sobre la vida humana: la revolución biotecnológica. El enorme progreso de los conocimientos científicos en muy diferentes campos de la biología (especialmente en la genética) y la medicina no es un hecho científico que interese solamente a un reducido grupo de personas, sino que se ha vuelto ya un dinamizador fenómeno social, ético, jurídico e incluso político y de opinión pública. La importancia de esta realidad plantea tales problemas sobre el futuro de la vida y de la dignidad del ser humano, que las academias científicas, los parlamentos y, en general, los foros legislativos nacionales e internacionales, se han visto y se ven de continuo y casi por sorpresa interpelados. Frente al creciente poder de intervención en la vida humana por parte de la ciencia, se ha vuelto inevitable preguntarse si todo lo que es técnicamente posible puede ser éticamente justificable y, si lo es, dentro de qué límites jurídicos.
Durante la última década, además, hemos asistido a otras dos grandes revoluciones, la digital y la ambiental, protagonizadas por el tratamiento masivo de los datos y el cambio climático como fenómenos globales que afectan a nuestra propia existencia. La realidad actual nos descubre que las distintas bioéticas han tenido que esforzarse en buscar nuevas respuestas a nuevos problemas desde unos fundamentos que, sobre bases éticas de muy diferente signo, han provocado un cierto estado de inseguridad y confusión, ya que las diferentes corrientes bioéticas no han sido capaces de encontrar puntos de encuentro genéricos y comúnmente aceptados desde todas las instancias sociales.
Distintas bioéticas para idénticos supuestos han contribuido a intensificar el debate y, por ende, al avance en la profundización y análisis de las problemáticas de trasfondo ético y moral; pero también han puesto de relieve la necesidad de buscar otra instancia, un paso más en la configuración de las respuestas a los problemas actuales, desde la reflexión ética, el aval de la ciencia y los dictados de justicia del derecho. Así ha nacido el moderno Bioderecho.
En las últimas décadas, y en el marco de la globalización, se ha producido un significativo desarrollo en paralelo del derecho, la ética y la investigación científica en el campo de la salud, las tecnologías y el medio ambiente. Estamos ante ámbitos que se entrecruzan al abordar aspectos relacionados con la vida presente y futura, desde su origen hasta su final, y que han dado lugar a una nueva etapa que supone la consolidación del reconocimiento de la autonomía de la persona y otros derechos inherentes al ser humano en el marco jurídico de las ciencias de la vida.
En este sentido, los avances científicos y de los modelos sociales y económicos de vida suscitan importantes desafíos en base a la existencia de lagunas en torno a las necesarias respuestas demandadas. El Bioderecho, como disciplina ya consolidada, y del que el CEBES constituye un referente a nivel internacional, ha venido asumiendo el reto de cubrir esa parcela, y prueba de su notoria importancia, no sólo nacional sino también internacional, es su reconocimiento como categoría autónoma por la UNESCO.
La Universidad de Murcia, pues, no queda al margen de los esfuerzos de investigación y orientación que precisan los profesionales del derecho, de las tecnologías, de la salud y del medio ambiente, los centros de investigación biotecnológica, las instituciones, las administraciones públicas y los colectivos sociales. Una forma de responder al cometido que la sociedad le encomienda y espera de ella consiste en liderar intelectualmente la búsqueda de medios y modos con los que dotar de un marco jurídico-ético estable, pero adaptable, a las constantes necesidades originadas desde el campo de las ciencias de la vida.
El Bioderecho es una nueva forma de afrontar la búsqueda de solución a los conflictos que plantea el mundo contemporáneo desde planteamientos éticos, con el aval de la ciencia y bajo el marco de un derecho cercano a la sociedad cuyo referente radica en el imperativo sustentado por los Derechos Humanos. En la actualidad, la interconexión e interdependencia entre las ciencias es cada vez más evidente y las soluciones justas y respetuosas con la identidad (humana, natural y medioambiental) de nuestro entorno exigen del concurso de un nuevo estilo de trabajo. Ante una controversia que afecta a un tema de salud; ante un problema relacionado con las nuevas tecnologías, la privacidad o la intimidad; ante una cuestión medioambiental; o ante un problema de dignidad, no sólo interviene la ciencia y sus conocimientos avanzados; también interviene la ética, que se interroga por los límites y las realidades transcendentes comprometidas en la decisión a tomar; y también lo hace el derecho estableciendo los cauces de convivencia necesarios, las garantías de los derechos reconocidos, los deberes asignados y el mínimo común denominador mediante el que derecho, ética y ciencia convergen en la construcción de una solución justa.
El Centro de Estudios en Bioderecho, Ética y Salud se sustenta en una investigación avanzada, especializada y profundamente interdisciplinar dirigida a todas aquellas cuestiones que inciden en la ciencia del bioderecho, especialmente en el sector de la salud y desde las perspectivas sanitaria, tecnológica y ambiental.
Es imprescindible y desde un enfoque global, abordar con una visión multidisciplinar la realidad de esta nueva era que afecta a todas las ciencias. No se trata de obviar el contenido propio de cada una de las disciplinas implicadas, sino de considerar que el Bioderecho puede ser una herramienta de trabajo que las aglutine bajo el prisma de los derechos humanos y con la mirada puesta en las generaciones futuras.
José Ramón Salcedo Hernández
Fundador del CEBES